[Actualización 02] Diario. Tierra
:: Diario de Escritura: Tierra de Profetas
Primer momento: Seguí participando
Quiero escribir un guión de historietas, eso lo tengo bastante claro desde hace cerca de dos años, cuando me propusieron hacerlo por primera vez, hice mi mejor esfuerzo y nunca recibí ni siquiera un gracias.
Así que desde ese año he estado recopilando información, leyendo cómics e intentando descubrir cuál es el mejor modo de lograr un buen guión. me doy cuenta de que hay cientos de maneras de escribirlo.
Varios guionistas coinciden en que la mejor forma de hacerlo es por medio de la técnica del full plot, o como diríamos por acá: Describir cuadro por cuadro lo que pasa, algo así como ser un director de cine, según asegura Peter David que evidentemente no sabe nada de cine.
Lo intento una vez.
Lo intento otra vez.
Y otra.
Y otra.
Y otra.
Y ya dejo de contar. En el mejor de los casos, llego a completar cuatro páginas. En el peor, no supero la primera viñeta. En algunos casos, no sé cómo explicar lo que quiero que se vea en el cuadrito. Hasta llego a hacer bocetos de tres o cuatro páginas para ver cómo quedarían, pero nada me satisface.
Entonces, decido que esto no es para mí, abro una nueva página en el diario de mis frustraciones y comienzo a escribir con prolija letra de escolar que no sirvo para escribir un guión de historieta.

Segundo momento: Se empezaba por acá
Mientras viajo en colectivo con mi mejor cara de niño frustrado, me doy cuenta de mi error: De nuevo se trata de las malditas historias. Es decir, todos los guiones que intenté hacer son adaptaciones de otros escritos míos, cuentos y novelas.
Tal vez –y sólo tal vez– no se trata de lo inútil que soy –sobre este punto no tengo muchas dudas, me considero una persona absolutamente incapaz de llevar adelante casi cualquier cosa que se proponga– sino de que no he puesto el empeño suficiente, porque lo que necesito es eliminar barreras, y la adaptación es una enorme.
Así que me pongo a pensar en una historia nueva, que ya desde el óvulo sea un cómic. Antes, cuando tenía dieciocho años y quería ser historietista, tenía miles de historias para contar en cuadritos, así que tomo un poco de acá y otro de allá y comienzo a escribir mi plot. Cuando termino, tengo algo que me entusiasma bastante, aunque todo lo que hago al principio siempre me entusiasma.
Genial, me digo, una historia para hacer un cómic.
Sólo falta que se me ocurra convertirla en un cuento.

Tercer momento: Maldición gitana
Mi historia se trata de un hombre que comienza un viaje para hacer algo que no sabe qué es, pero que tiene la certeza debe hacer. Durante el trayecto, bebe todo lo que puede, y aunque se va desgastando, siempre parece estar consciente de lo que hace. Llega hasta un pueblo bien puritano, compra un sobretodo negro, un hacha y se dirige a una iglesia protestante un día domingo. Abre la puerta de la iglesia y dice algo así como, bueno, señores, hay dos o tres cosas que debemos arreglar. Eso es todo para la introducción.
Claro que tengo el plot de los tres capítulos restantes, pero no vamos a develarlo ahora, ¿no les parece?
No sé por qué, la historia terminó teniendo aires apocalípticos, aunque con sinceridad, no sólo no los busqué, sino que además me disgustó bastante descubrirlos. Sin embargo, creo que quedan bien y le dan un toque místico que, en última instancia, era lo que buscaba.
Siempre me sucede lo mismo. De alguna manera, lo que soy, lo que creo, lo que admiro, lo que temo, lo que deseo, lo que late en algún lugar cercano a mí termina trasvasándose en mis textos.
La mayoría de las veces me siento orgulloso de eso.
Pero hay momentos en los que se parece más a una maldición.

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