[Actualización 03] Reseñas. Error humano
:: Lo que estuve leyendo: Error humano
Stranger than fiction, 2008. Chuck Palahniuk
Debo reconocer que la lectura de estos artículos me impresionó. Redactados con un estilo llano, son graciosos y claros, siempre interesantes y reveladores. Pretendido minimalista, Palahniuk siempre resulta intimista y subjetivo aún cuando intenta no serlo, sin poder apartarse nunca de los hechos que relata, y eso es precisamente lo que lo vuelve fascinante.
La elección de los temas, usualmente absurdos o insólitos, es más que adecuada, pero no porque sean planteados desde lo bizarro –muy por el contrario, Palahniuk siempre tienen el tono de quien espera de la vida lo imprevisible y absurdo-, sino más bien porque son un vehículo para la reflexión, como si su autor tuviese la capacidad de ver en cada vulgaridad el reflejo de una humanidad agonizante y solitaria.
Dos capítulos me resultaron asombrosos y conmovedores: El primero de ellos, el dedicado a los constructores de castillos, donde Palahniuk retrata a tres sujetos aferrados a un sueño inútil, reflejando que aún el sinsentido puede ser vivido con la pasión de una gran hazaña; el segundo, destinado a describir un inusual enfrentamiento de máquinas segadoras demuestra que el deliro no es propiedad de los locos o artistas, sino de la condición humana.
:: Lo que estuve leyendo: Error humano
Stranger than fiction, 2008. Chuck Palahniuk
Debo reconocer que la lectura de estos artículos me impresionó. Redactados con un estilo llano, son graciosos y claros, siempre interesantes y reveladores. Pretendido minimalista, Palahniuk siempre resulta intimista y subjetivo aún cuando intenta no serlo, sin poder apartarse nunca de los hechos que relata, y eso es precisamente lo que lo vuelve fascinante.La elección de los temas, usualmente absurdos o insólitos, es más que adecuada, pero no porque sean planteados desde lo bizarro –muy por el contrario, Palahniuk siempre tienen el tono de quien espera de la vida lo imprevisible y absurdo-, sino más bien porque son un vehículo para la reflexión, como si su autor tuviese la capacidad de ver en cada vulgaridad el reflejo de una humanidad agonizante y solitaria.
Dos capítulos me resultaron asombrosos y conmovedores: El primero de ellos, el dedicado a los constructores de castillos, donde Palahniuk retrata a tres sujetos aferrados a un sueño inútil, reflejando que aún el sinsentido puede ser vivido con la pasión de una gran hazaña; el segundo, destinado a describir un inusual enfrentamiento de máquinas segadoras demuestra que el deliro no es propiedad de los locos o artistas, sino de la condición humana.
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